A Cádiz vine a robarle un día...

A Cádiz vine a robarle un día...
A Cádiz vine a robarle un día... y ella fue quien me robó, La Vida... La Vida... La Vida...

lunes, 15 de octubre de 2012

Hola... me presentaré... me llamo Cádiz... (1ª parte)

Hay muchas veces, que crees conocer a alguien, y no es así. Hay, y te pasa cientos de veces, que cuando más crees conocer algo u alguien, te das cuenta de que no es así. Hay momentos en la vida de las personas, que todo lo que creías ya conocido, te sorprende y te deja con dos palmos de narices cuando te sorprende a la vuelta de un suspiro. De un pestañeo. Y te cautiva y te embelesa con una música sorda, capaz de hacer estallar todos los bloques del Campo del Sur... y parte de las "pieras de tu Caleta"... la piera cuadrá... la reonda, la laja, la puntilla, la sortija, la del erizo, la palangana, el medio lance, o la piera del ahogao... o la que sea, que a mi me da igual... esa música sorda me altera las constantes vitales, y ahora sé, que está escrita por el mismo tiempo que ya no está,... como también sé, que esa música está dedicada a esos corazones que agudizaron el oído, con el paso de los años... 


Viernes, 6.00 AM. El recuerdo es claro, rotundo y contundente. Acabo de aparcar tras unas tres siempre impares horitas de coche. Estamos en La Plaza de España y, ese pebetero eternamente encendido ya te da el primer pellizco de lo que se avecina y esta al llegar durante el puente que ya no es del Pilar... sino el puente del día trece, por que así lo quiero yo... a celebrar treces, sin mal ramo ni miedo a ná...

Con un fuego sordo, que se arquea en la noche, se estira, se retuerce, vibra, quema en el alma pero no te deja quemaduras en la piel, empieza esta aventura, que dividiré en más de una entrada. Primero, por el propio regocijo mío y placer, que me da escribir sobre mis vivencias. El echarle un rato a recordar lo que me da la vida, lo que siento, he sentido, y siempre sentiré. Y segundo, y espero que sea así, que el motivo de tener repartidas mis vivencias gaditanas en varias entradas, hagan que el lector, se quede siempre con ganas de más. Con ganas de la siguiente. Con ese pellizco de siempre querer un poquito más... al fin y al cabo, esa es la misma sensación que me queda a mi, cuando vuelvo de pasar unos días en esta monumental ciudad en todos los aspectos...


Pues bien, ese fuego ahí está. Delante de mis ojos. Quemando mi alma. Dando calor a mi querencia gadita, y con su destello grabado en mi piel, me viene a decir que vaya sin miedo. Que descubra, y que me pare, donde así me tenga que parar. Ilumina mi viaje,... uno más. Y el baile majestuoso de la llama encendida, además de muchas connotaciones que son para mi, santo y seña en mi vida, y que empiezan y terminan siempre en 3,14 me susurra por lo bajito, que cruce la ciudad. Sí, a la hora que es... cruza la ciudad. Respira su baja mar. Adentrate en el entramado cuadricular de una partitura perfectamente armonizada, que te dará la más bella melodía de todas... la de las ciudades vivas... 

Que bonito es sentir, que las ciudades están vivas, simplemente por que sí. Sin más. Vivas. Ciudades vivas, tras el paso de los siglos. En este caso, treinta. Treinta siglos, Tres mil años, que la contemplan, siempre perfumada por la Mar. Por los poros de las fachadas de piedra ostionera, o de esos muros encalados con sus cenefas pintadas con el sudor de muchos siglos, se escapa el lamento y toda la historia de una ciudad que respira la métrica perfecta de tantos compases distintos, como formas tienen sus hechuras benditas de mujer curtida por la sal y el son. Callejuelas de una cuadrícula imaginaria, en la que todas sus calles dan a la Mar. Por capricho. Por despecho. Por inercia. Y por que sí...


Pero sigo pensando lo mismo!!!... Que poco te conozco,... y aun así, tú cuanto me has dado ya. A mi, que no soy nadie. Que no soy más que un pobre loco enamorado de tus hechuras, de tu sonrisa, de tus perfiles, de tu cielo azul anacarado y de tu plata trimilenaria... un loco enamorado, del tesoro del carambolo, de tu duende y tu compás... un enamorado fiel y leal, al que la comisura de mis labios le estalla, solamente con poner un pie en tu alma, y mis manos en tus caderas. Esas caderas, por las cuales me paseo cada noche entre sueños, siempre y a pesar de la distancia. Esas caderas majestuosas, de hembra embravecida por el rugir de la Mar y azotada constantemente por los vientos, esos dos a los que ya se le cantara hace algún tiempo... "eres mujer de dos novios, prendaos por tu talle, están locos por tus huesos, el Poniente y el Levante"...


Y te cruzo de pitón a rabo, mientras tu corazón comienza a retomar su pulso de pronto, y al asomarme al Campo del Sur, habiendo venido paseando al abrigo de una noche cerrada y sin luna, esa que no existe para mi, mientras hayan cosas en la tierra que merezcan mucho más mi atención y mi especial dedicación, te nos presentas... y lo haces sin medias tintas, pero despacito... y lo haces sin prisa ninguna, pero si con una penumbra bendita de la mujer que aun duerme tras la persiana a medio bajar... que no muestra del todo sus encantos, pero los deja siempre entrever, que es mucho más bonito, y es mucho más de mujer...

Y lo tengo que decir. Me cueste o no, lo que sea... 


Si el atardecer más bonito del mundo, y siento lo que te digo, pero esa es la verdad (y mira que he visto tus puestas de Sol cada vez que te tenido oportunidad) lo he visto en mi ciudad natal,...


... en mi Granada de alma y corazón, he de decir a las claras,... a todos los que tengan hoy, mañana, o algún día la oportunidad de toparse con estas palabras escritas en este humilde blog, que el amanecer más hermoso, lo he vivido esta celebración del día trece, mientras veía como te desperezabas lentamente, al compás abrumador de las olas contra los bloques del espigón... y bien sabes, que me cogiste por sorpresa,... como siempre terminas haciendo,... al compás de un Tango que me martillea el sentido, y me levanta el bello cuando me toca "la patata"...


"Ya están saliendo los rayos de Sol,
la Madrugada por fin murió...
abre los ojos, levántate ya
sal a la calle que hay que luchar..."

Como también tú sabes, viejecita trimilenaria, que bailé contigo hasta verte totalmente encendida. Que me senté en el perfil de tu silueta, bañada por la sal y el sol que fue quemando mi costado y mi espalda al amparo de tus risas y de tus lágrimas... ese sol que fue dándote el color bronceado de mujer curtida en tres mil duras batallas, que van de febrero a febrero, y aun así, te conservas siempre joven, pero con la madurez que una mujer necesita para ser mujer,... y que se platea el pelo para vestirlo de color blanco canoso, cuando la luna tiene a bien visitarte en la madrugá... y me hiciste una vez más vibrar... y cosidas las comisuras de mis labios a las costuras de tu alma,... me dijiste al oído... muy bajito:

"Hola... me presentaré... me llamo Cádiz"...