A Cádiz vine a robarle un día...

A Cádiz vine a robarle un día...
A Cádiz vine a robarle un día... y ella fue quien me robó, La Vida... La Vida... La Vida...

jueves, 3 de noviembre de 2011

Que es lo que tienes??...


Que tienes, ladrillitos coloraos, dime que tienes, que loquito a mi me tienes???..

Así empezaba este tremendo pasodoble de la chirigota de Manolito Santander, "El Séptimo de Caballería", que nada tenían que ver con las caballas. Y es que es verdad que algo debe de tener ese Teatro Falla, cuando la gente se vuelve loca. En el centro de sus tablas, no pega ni el levante ni el poniente, ni siquiera el "vientolsur", pero algo encierra que los hace a todos volver (con alguna excepción que otra, que no nombraré, por si le da por volver... y no hablo de Bustelo)...

No se lo que será, y dudo mucho de que algún día lo descifre. Se de los corazones alborotados queriéndose salir del pecho de los que a ritmo de pasacalles se dirigen a ti, porque así lo han contado y cantado. Se, que a mi también se me salió o al menos lo intentó, la primera vez que te vi al doblar por Solano, coger San Rafael para llegar a ti. Sería que deseaba rozar tu piel aspera y rojiza, aunque solo fuese por fuera. Sería que quería sentir, si transmites cuanto dicen y que hace de ti aun si cabe una leyenda más grande. No se si fué, que tantas veces te vi en fotos, televisión o internet, que deseaba encontrarme contigo. Como tampoco se porqué ni como, de tantas veces anduve por tus camerinos con la imaginación tantas noches al amparo de la radio, que casi te conocía por dentro como tu a mi. Esos camerinos que provocan la "passión" y el "dessafío"... que miedo???..., que veneno???..., que misterio es el que encierran esas piedras???...


Yo no se de que maneras, pero pisaré tus tablas aunque sea a "puertacerrá". Esas tablas que son la misma gloria o el mismo infierno. Esas tablas, con las que tu mismo seguramente alguna vez, hubieses pasado a proceder gustosamente y de manera franca y directa a darles en el trasero a más de uno y de más de dos. Porque si algo tengo claro a día de hoy, es que no todo vale en el Falla. No todo lo que se canta es digno de ti, y no todos los que cantan serán algunas veces dignos de Cádiz.

Pero aun así, no me explico, como son tantos los hombres que suben a tus tablas, año tras año. Concurso tras concurso, creyendo que lo que cantan es suyo y de su propiedad, sin darse cuenta "pobres ilusos", de que en cuanto presenten a sala, abran cortinas y comiencen las guitarras, sus coplas, sus letras y sus músicas, serán ya del Templo de los Ladrillitos Coloraos, y por extensión, del pueblo que las hará suyas porque aunque las cantasen dedicadas a una bella ciudad como la Gades milenaria, el pueblo las recoge, las ampara, las mima, las cuida, las guarda, las lanza al viento y las recuerda para que con el paso de los años, unas caigan en el olvido, y otras, cientos de ellas se conviertan en inmortales. Letras de hombres que se convirtieron en dioses, y otros que se marcharon llorando como niños...