A Cádiz vine a robarle un día...

A Cádiz vine a robarle un día...
A Cádiz vine a robarle un día... y ella fue quien me robó, La Vida... La Vida... La Vida...

domingo, 9 de enero de 2011

Naufrago


No hay nada como la soledad de sentirse naufrago en medio de la nada. Pero de todo lo malo se termina sacando algo bueno. Sentirse perdido en la isla donde las acacias mecidas suavemente ven ponerse el sol día tras día, no debe de ser tan malo. Es incluso hasta aconsejable. Yo, un día me hice a la mar, con la intención de sentirme seguro. Levanté anclas, creyendo seguramente de manera equivocada, que al dejar atrás tantas cosas y tan diversas experiencias me sentiría mejor. Quizás, liberado. Navegué todos los océanos posibles y peleé contra los imposibles. Mi mástil, aquel que sujetaba las velas de mi intrépido barco, se partió por la mitad dejándome a la deriva. Las noches se hicieron entonces, cerradas, largas y peligrosas. Y aun creyendo ser un lobo de mar que pareciese tenerlas todas consigo, me venció este naufragio...

Reventé el casco de mi embarcación contra las escolleras, y cuando quise acordar, me despertó el perfume de la mar. La playa solitaria y los restos de mi naufragio, no alentaban gran cosa. Mi alma, perdida en la inmensidad del banco de coral, se sentía triste y desamparada. Y aun no se porqué me salvé, quizás fue gracias a Dios... y entonces me dio por pensar... "el motivo de que esté vivo, serán las batallas que aun me quedan por ganar... los tesoros por enterrar y los que encontrar y disfrutar... las maravillas que ver y lo nuevo por experimentar... la gente por conocer y con la que compartir mil y un estribillos,"...

Así, que lo miré desde esa perspectiva, y me convencí, de que es muy bonito ser un naufrago de ti, aun en la distancia...