A Cádiz vine a robarle un día...

A Cádiz vine a robarle un día...
A Cádiz vine a robarle un día... y ella fue quien me robó, La Vida... La Vida... La Vida...

miércoles, 1 de febrero de 2012

Abrazado a una farola...


Abrazado a una farola, mientras bailo el último vals de una noche aciaga y confusa, en la que los pensamientos invaden mi mente al mismo tiempo, que el alcohol recorre mis venas. Intentado olvidar cuanto de bueno se llevo está maldita vida por delante. Abrazado a una farola mientras cae el relente de una noche estrellada en la que todo me da vueltas. Todo, menos mi sombrero...

Y en la penumbra de callejones estrechos me reencuentro con mi destino, el frío y la botella. Porque estoy emborrachado de tí, Cádiz. Porque cuanto más te bebo, mas me llenas. Porque cuanto más degusto el siempre penúltimo trago, mis sentidos recobran fuerza y vigor, para recordarme que soy de tí, y que siempre lo fui, aun sin saberlo...

No hago nada en vano, porque todo lo hago en vino. El, me da el valor para enfrentarme al mundo entero. Solo los niños y los borrachos dicen la verdad. Y yo digo las cosas, como quiero, como pienso y como creo,... aunque a veces ya no se pá que lo digo...


Y no molesto a nadie, si solo voy con mi botella siempre llena para emborracharme de ti, y solamente pido que me dejen en mi acera. Abrazado a una farola. Y por testigo la noche, compañera que me acompaña en mi camino. Pero que no me llamen borracho, porque no lo soy. Simplemente bailo por las aceras, al compás que me bebí desde chico. Ese por el que hasta el ultimo trago, si hay que beber, beberé. Como me bebí el elixir del amor de una mujer... 

Ese elixir, que sin el no se vivir (ya no se ni lo que me digo)... creo que me estoy volviendo a emborrachar de ti, Cádiz. Y en la noche, con esa luna lunera que no existe en mis cielos cuajaditos de estrellas, mientras haya cosas más bellas y vivas que mirar a los ojitos aquí en al tierra, sigo mi camino de penas y desagravios. Pero diciendo las verdades, aunque duelan...

Que me dejen en mi acera... siempre, bebiendo de tus vientos y de tus pleamares. Emborrachándome de tus compases serenos y en calma. De los bríos de tus músicas y de sus giros. Empapándome de tus letras, en cada coma y en cada punto y seguido. Siempre seguido... dejarme en mi acera, abrazado a una farola, mientras bailo las calles con mi patoso y lento caminar...


Soy de ti, Cádiz... y de nuevo, me emborraché de ti, para tener la valiente osadía de venir a cantarte un año más. Con mi botella milagrosa de buen vino en la mano. Con mi garganta refrescada por un mágico elixir, fruto de tu amor y el mío. Y con la mente nublada por cuanta belleza vieron mis ojitos, y que será la misma que conserve cuando los tenga que cerrar...

Y es que, qué bonito es emborracharme cada día de ti, para poder decirte yo las cosas, como quiero, como pienso y como creo,... aunque a veces ya no se pá que lo digo...


Gracias Juan, por traernos una vez más tu obra al Falla... un abrazo...