A Cádiz vine a robarle un día...

A Cádiz vine a robarle un día...
A Cádiz vine a robarle un día... y ella fue quien me robó, La Vida... La Vida... La Vida...

sábado, 21 de enero de 2012

Una noche en el Falla

Y hoy comienza el concurso. No puedo evitar que un escalofrío me recorra con la sensación de las madrugadas largas de coplas, palmas y sintonías de radio. Porque yo soy más de radio. 
Como antaño, el Palacio de los ladrillos coloraos se convertirá en la pista de un baile de luces, colores, papelillos y sombras.


Lo reconozco, estoy nerviosa: comienza el Concurso de Coplas. Y digo bien, porque el Carnaval de Cádiz es mucho más que un simple Concurso de Coplas.
A las tablas del Gran Teatro Falla se subirán muchas agrupaciones que nos traerán coplas por estrenar, recién escuchadas. Esas que dentro de diez años habrán caído en el completo y cruel olvido o esas mismas que serán clásicos tarareados y cantados por todos los aficionados. Esa colección de primeros momentos que nos trae el COAC es realmente mágica: la primera ejecución nerviosa de una presentación, el primer relucir de un tipo, la primera carcajada, el primer estribillo que después será coreado. Y esa primera vez no volverá más... así que disfruten desde preliminares de cada agrupación, cada letra y cada música sin despreciar ni prejuzgar nada: quizá dentro de un mes, dos años o tres décadas, recuerden esa primera vez que escucharon tal grupo, tal pasodoble, aquel tanguillo, aquella parodia... 
Y será entonces, tarareadas, coreadas, cantadas, recordadas cuando las coplas tengan sentido. Verdadero sentido. Porque las coplas están hechas para disfrutar y hacer disfrutar. Y es la garganta de Cádiz quien las recibe y las inmortaliza. 

Por eso, el Concurso Oficial de Agrupaciones de Carnaval es sólo una parte del Carnaval. ¿Qué parte del Carnaval? Para algunos, una fundamental batalla de coplas, de voces, de letras, de música y puesta en escena, con un forillo de rivalidades a veces extremas, reproches, despechos, ególatras. Artístas, victimistas y demagogos. Amistades, hermanamientos, luchas, fraticidios carnavaleros. Y suicidios. Bienvenidos al gran baile de las máscaras bajo las máscaras. Pero no me pararé en esta parte del concurso.
¿Qué parte es el COAC del Carnaval? Vuelvo a sentir el escalofrío: los nervios, el eco de las voces, el olor de las tablas y las butacas, las palmas del Paraíso, las luces que se van apagando en los palcos, el calor de los focos traspasando el maquillaje sobre las tablas.  Emoción que no se puede contener, la misma gloria en los minutos que dura una actuación. Tantas noches con estas mismos acordes en la garganta para regalárselas a Cádiz en una noche de Falla... eso es para mí el concurso... sólo un preludio, sólo un baile y muchísimas sensaciones.

Y quiero terminar esta entrada como empezará el concurso: con un tango. Así que templen garganta, preparen los ojos para llorar y los labios para reír. Comprueben la métrica exactitud descontrolada de los corazones y su pulso de tres por cuatro. Arrodillen y abran las almas de par en impar. La piel se eriza con los pasos en las bateas, con los primeros punteos y el toque de pitos de caña y claves, al ritmo de caja y bombo. Éste es el sonido del Carnaval. Y esto, señores, un tango del Antifaz de Oro, Don Antonio Rodríguez, el Tío de la Tiza. 

Señoras, señores... su Majestad el Tango, soberano de la República Gaditana de la Libertad.