A Cádiz vine a robarle un día...

A Cádiz vine a robarle un día...
A Cádiz vine a robarle un día... y ella fue quien me robó, La Vida... La Vida... La Vida...

viernes, 22 de febrero de 2013

No llores más... que yo tampoco lo haré...

De vez en cuando la vida te sorprende, y un latigazo certero, que no sabes muchas veces de donde carajo viene, te golpea y algo invisible te recorre el cuerpo de punta a rabo, y el que quiera pensar mal, ahí también está el doble sentido de Gades, o la malafollá genuina y siempre escrita junta la palabra, de la tierra que me vio nacer y de la que jamás renegaré.

Es un chasquido eléctrico. Aturdidor. Dulce a la vez que extraño. Pellizco. Bocaito, como lo llaman por esta Cádiz trimilenaria. Es un ataque directo, que siempre te pilla y te coge por sorpresa. Al mismo corazón, o incluso más allá... directo al alma. Eso sí, de aquel que la tenga, la conserve, la mime, la cuide y no la haya vendido aun al precio que les de el mejor postor...


Mi alma es mía, y no la vendo. Si acaso, la dejo acariciar. Y la comparto si hace falta. Pero ni la presto, ni la vendo. Es mía. Y con ella me tendré que despedir el día de mañana de esta vida terrenal, que a veces se hace tan pesada y obtusa...

Pero para compartirla, o dejarla acariciar, una vez ya malherida, la coraza se multiplica hasta límites que ni uno mismo conoce. Y se cierra en banda con cancelas de tres grandes cerrojos impares, negros y muy fríos. Y si alguien logra abrir siquiera uno de ellos, las alarmas saltan para los dos restantes. Y si llegases al tercero, da por hecho, que para eso tengo que estar muy seguro de quien viene a penetrar en ella,... y de paso, estar preparado para la batalla que comienza cercana y en el cuerpo a cuerpo. En las distancias cortas, en esas tan milimetricamente cercanas, que es donde las almas se juntan, se rozan, se alean (siempre recordaré esta palabra en una penumbra que jamás olvidaré) y a veces, para siempre...

Y eso me pasó en Cádiz, un verano de carnaval de esos que de hace un tiempo aquí, se pueden vivir en aquella bella y eterna ciudad del amor, sin paris ni croasants, pero con las tortas de Ines Rosales y las huevas con piriñaca... que ya quisiera el francés y el mismísimo Napoleón... y allí, mientras tomaba café en la Plaza de las Catedrales, al amparo de unas manos entrelazadas y miles de cruces de miradas salvadoras, ese latigazo se produjo, con coplas de fondo. De esas que te hacen falta para desahogar el corazón, y de las que te dicen "venga ya, que esto se acabó"... chirigoteras, al 3x4 de allí, que no se sabe hacer en ningún otro lugar, por mucho que tratemos de camuflarlo... ¡¡¡ No, picha !!!... no sale igual... 


Y así fue. Lo que no sé aun, es porque tuvo que ser allí, y de aquella forma. Con el tiempo, solo puedo dejar llevar mi imaginación y mis recuerdos, para saber que tenía que ser en aquel bello rincón donde todo se manifestase de una vez por todas... y si una lágrima nace, muere lentamente el alma... porque quebrantos que cantan en tus ventanas, díganme ustedes que otra ciudad tiene más ventanas cantadas que Cádiz... Y yo lloré, porque creía que perdí a un amor, hasta que me di cuenta de que no lo perdí, porque nunca lo tuve. Y lloré, porque el amor, me esperaba enfrente, tras el relente del vapor de un café, y tras unas gafas de sol, que apenas dejabab de ver unos enrojecidos ojazos azules, intensos como la Mar que me da y me devuelve la vida cada vez que me acerco a Ella...  porque el Mar no es más que una mujer brava y dispuesta a la batalla, y a la que es mejor no mentarla si no es para bien...

Lo que me ha sobrecogido sobremanera, ahora, después de tantos meses de cafes y miradas cruzadas, es que la Comparsa de Juan Fernández, más bien su autor, aunque me lleva ya dando un par de añitos muy buenos, sigue acertando una vez más con una letra de cada uno de sus repertorios. El año pasado ya me hizo llorar con un tremendo pasodoble. Y este año, sigue acertando con letras que ya no solo están para cantarlas, sino que siguen muchas veces una linea paralela a lo que ha sido y es mi vida.Y se te clavan dentro, muy dentro. Y entonces se te vienen tantas cosas a la cabeza, guardadas en la memoria del olvidado ya, que tan solamente puedes pararte, secarte las lágrimas, y dar gracias. 


Y como de ser bien nacido es ser agradecido, pues se las doy. A tres personas, impares, como mi misma vida. Gracias Juan, picha, porque no se como lo haces. Gracias, Maria del Mar, por aquel café y por todo lo demás. Y gracias Cádiz... si, a ti, Cádiz, que en la voz de Jesús Villar, (aquel chavalito en el que me fijé y dije para mi, "este chaval llegará lejos, ya lo verás") me dejaste aquella tarde de verano, un pellizco hondo con soniquete chirigotero, y que hoy, meses después de lágrimas, quebrantos, cantes y peleas cuerpo a cuerpo, me lo vuelves a regalar. Pellizco hondo que ya guardaré par siempre en forma de copla y pasodoble, y ahora envuelto en unas bulerías aflamencadas con tintes jerezanos y gaditanos, de lo que para mi ha sido uno de los más bonitos pasodobles de este pasado COAC 2013... 


En definitiva, gracias vida mía,... y no llores más... que estoy aquí, y seca tus lágrimas en mi... que yo no me iré jamás... que se que duelen tanto que queman como el azufre, y dejan surcos que marcan la pena por siempre, y los que las hemos llorado de noche, de día las hemos sufrido... pero deja ya de llorar, vida mía... porque aquel café fue de salvación...

Y quiero desahogar hoy mi corazón, pues ya se acabó, porque mientras lloré al sol, no te vi, María del Mar... ese verdadero amor, que algún día me tenía que llegar, y llegó... vaya si llegó... 

2 comentarios: